La Fontana di Trevi, es sin dudas la fuente más famosa del mundo. Es la mayor y más ambiciosa de las fuentes barrocas. Fue terminada en el año 1762 y curiosamente quien comenzó su construcción no fue quien pudo terminar con ella.
Historia de la fuente
La Fontana di Trevi está situada en el cruce de tre vie (tres calles), su ubicación señala el punto final de Aqua Virgo (en italiano Acqua Vergine), que no más que uno de los más antiguos acueductos que abastecían de agua a Roma.
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En el año 19 a.C, gracias a la ayuda de una virgen, los técnicos romanos descubrieron una fuente de agua pura a tan solo 22 kilómetros de la ciudad (está escena se ve reflejada en la fachada actual de la fuente).
El Acqua Virgo corría por el más corto de los acueductos romanos, directamente hasta los Baños de Agripa y se la uso por más de 400 años. La Roma clásica recibió su golpe de gracia por la ruptura por parte de los godos de sus acueductos. Los romanos se vieron así, obligados a sacar agua de pozos contaminados y del río Tiber que se usaba como cloaca.
Los romanos tenían la costumbre de construir una fuente al final de los acueductos que traían agua hasta la ciudad, está costumbre se vio resucitada en el siglo XV, en el renacimiento. El papa Nicolás V, en 1453 terminó de reparar el acueducto Acqua Virgo e hizo construir una simple pila para anunciar la llegada del agua a Roma.
Diseño y construcción
El papa Urbano VIII, en 1629, le pidió a Bernini que realizara nuevos esbozos para renovarla, pero con la muerte del papa el proyecto quedo en el olvido. Lo que Bernini propuso fue mudar a la fuente al otro lado de la plaza para que quedase frente al Palacio Quirinal (esto para que el papa pudiera verla y disfrutarla). El proyecto de Bernini fue desechado a favor del de Nicola Salvi, aunque este respeto muchos toques del primero. Anterior a su construcción existe una maqueta realizada por Pietro da Cortona.
A la fuente le brota agua a raudales y los caballos marinos parecieran dar un salto sobre las olas, sobre todo por las noches, a la luz de las luces que iluminan al conjunto en su totalidad.
Estar frente a la fuente nos obliga a pensar en cuanto talento hizo falta para imaginar y proyectar una fuente de tales características en tan reducido espacio.
La película la “Dolce Vita” y Hollywood convirtieron a la Fontana di Trevi en el símbolo de los años cincuenta y sesenta.
Basta recordar a Anita Ekberg bañándose en la fuente, los paparazzi…
Dice la tradición que para asegurarnos el regreso a “la ciudad eterna” debemos arrojar una moneda dando la espalda a la fuente. Hubo otros tiempos que decían que había que beber un vaso de agua de su chorro de agua dulce.
Es tanta la fama que a adquirido esta fuente que opaco el edificio a sus espaldas.