Un repaso desde los primeros ensayos romanos hasta la primera guía de viajes publicada en Alemania en 1836.
Todo viajero medianamente ilustrado sabe que las ansiadas vacaciones tienen su costado prehistórico en la cultura romana. En el siglo II fueron los primeros traslados por puro placer, cuando Adriano, el emperador de aquellos días mando a construir una extensa red de rutas comerciales que unían Roma con la Galia, la actual España y el Danubio. Las familias patricias y los funcionarios de entonces aprovecharon estas rutas para un cambio de aire viajando hasta las villas galas, los paisajes encantadores de España y las ciudades del Danubio. Realizaban estos largos viajes en carruajes de cuatro ruedas tirados por varios caballos >llamados pilentum y carpentum
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Con la caída del Imperio Romano, estas antiguas carreteras quedaron en desuso que, durante la edad media se fueron poblando de marginales, que eran los siervos expulsados de los feudos y vivían de asaltar los carruajes y viajeros que se le animaban. De esta forma, las rutas se volvieron sitios poco seguros.
Sin embargo, si entendemos a las vacaciones como el periodo de descanso para el cuerpo y el espíritu sin que necesariamente presuponga tener que realizar largos y agotadores viajes, entonces, tendríamos que remitirnos a los baños públicos de la antigua Grecia >aquellos espacios comunes donde los ciudadanos varones cuidaban de su higiene personal y de su vida social< y también, en las termas romanas otro ámbito para el cuidado del cuerpo y el esparcimiento colectivo.
Hay que concordar con los historiadores de las vacaciones cuando afirman que, hasta el siglo XVIII, era un beneficio para reducidas minorías. E el libro “Orígenes de la Francia contemporánea”, se relata como fue imponiéndose la idea de veranear entre los franceses por el 1800. Cada inicio de los calurosos veranos, abandonaban las mansiones parisinas para trasladarse a la región de Champagne. Estos traslados se efectuaban en largas caravanas donde se incluían coches, caballos, sirvientes, animales y hasta los médicos personales. Ya instalados en el lugar de veraneo, ocupaban su tiempo cazando, comiendo o bebiendo y recibiendo invitados.
Las primeras guías de viajeros fueron publicadas en Alemania en el año 1836, también, dio comienzo a la construcción de hoteles en los nuevos balnearios. Solo después de 1850, con la expansión del ferrocarril, las clases populares tuvieron oportunidad de hacer las primeras incursiones en el llamado turismo programado.
Hubo que esperar hasta el siglo XX para que la mayoría de la clase media fuera acreedora al merecido descanso estival. Recién en el siglo XX aparece el concepto de vacaciones para todos, esto se vio avalado por la publicidad y los medios de prensa. Durante el período de entreguerras, tanto la radio como la prensa escrita comienzan con la divulgación de la idea de que no todo en la vida pasaba por el trabajo, ni los negocios, la política o la religión, sino en tomarse vacaciones.