La Goulette, es el principal puerto del país, a tan solo 10 kilómetros de Túnez capital, es además, uno de los mejores para embarcarse en una travesía por el Mediterráneo. Los grandes hoteles están alineados a lo largo de su costa.
Si se cuenta con poco tiempo, lo indispensable de estar en Túnez es conocer la mítica Medina, si bien la ciudad moderna nos deparara una sorpresa cuando recorramos la arbolada avenida Bourguiba.
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El paso previo a internarse por las laberínticas calles de La Medina, es conocer la Torre de Frica, desde donde tendremos una panorámica casi total de la ciudad.
Una recorrida por los Zocos, esos mercados donde casi se puede conseguir de todo, durante el recorrido iremos descubriéndolos unos tras otros. Esta el Zoco de los Perfumes, también conocido como el Attarine, establecido desde el siglo XIII. En sus puestos exageradamente decorados se puede disfrutar del aroma de cientos de sacos de especias, esencias y velas. Por la calle Zituna, nos encontraremos con camellos de peluche y babuchas, no sin antes regatear su precio para no caer en lo que es considerado casi un insulto.
En el Mercado de los Turcos tenemos artesanías de cada rincón del país, pero seguramente nuestra mirada se perderá en el Zoco de los Tintoreros, ahí veremos como se tiñen a mano los tejidos. El Zoco del Cobre, donde podremos ver a los artesanos utilizar técnicas antiquísimas para la elaboración de objetos como teteras y demás piezas. Tenemos más todavía, artesanos de la seda y orfebres que trabajan el oro y la plata.
El artista Paul Klee, supo vivir en Túnez, seguramente logro conseguir los colores para dar comienzo a sus trabajos iníciales, dibujos en lápiz y tinta china.