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Toda historia de piratas, como dijo “El Nano Serrat”, en su canción, tiene algo de mito y realidad. Desde aquí vamos a descubrir las islas y escondites de estos pintorescos villanos en una hoja de ruta por los Océanos infinitos.

Cuando fijamos nuestra vista en los siete mares que guardan uno y mil secretos, historias y leyendas. Donde el horizonte se confunde en un intenso azul y el barco fantasmal del capitán Jack Sparrow con su negra bandera y calavera con dos tibias cruzadas pareciera surgir desde una fantasmal visión. Reconoceremos a esa insignia tal lo hicieron los navegantes en los siglos XVI y XVII, la época de oro de la piratería que surgió luego de que Cristóbal Colón descubriera America y España e Inglaterra firmaran su acuerdo de paz. Por aquellos tiempos España y Portugal eran los dueños del comercio entre Europa y el Nuevo Mundo.

Zarpaban casi a diario buques atestados con cargamentos de oro y plata rumbo a la mar para cruzar al Viejo Continente sus riquezas. Esto los convertía en blancos perfecto de los piratas que en una buena proporción tenían el financiamiento de los reyes de Francia e Inglaterra, estas naciones no estaban dispuestas a renunciar a las riquezas provenientes de America.

Con su llegada, los piratas consiguieron que varias autoridades europeas de aquellos años intentaran acabar con ellos, para esto convertían a sus buques de comercio en embarcaciones listas para una guerra. Pero no siempre lo que uno planifica de una manera resulta como lo pretende, en muchas ocasiones, aquellos que eran enviados a combatir la piratería terminaban siendo miembros de la “Hermandad de las Islas Tortuga”.

Al servicio de sus respectivas coronas, los piratas con todo el tiempo a su favor y una desmedida ambición, terminaban robando todo lo que estaba al alcance de sus garfios, huyendo finalmente a buscar refugio en Jamaica, la isla de los piratas. Recordamos, también a los bucaneros y los filibusteros, los algunas veces románticos salteadores del mar.

Históricamente, el primer pirata del que se conoce, fue el griego Polícrates, alcanzo su fama por la fortuna obtenida con sus robos. Polícrates, quien vivía en la isla de Samos, Grecia, vivía en un palacio construido por el y su flota era de 10 naves guerreras.

No nos resultan ajenos los mitos y leyendas que circulan por las islas del Mar Caribe, lugar preferido de piratas y escenario de contiendas, tesoros hundidos en el fondo del mar, de misterios. Pero si hubo un sitio preferido de los piratas, no hay lugar a dudas que ese es las Islas Caimanes. Por esos años eran usados como escondites, los pasadizos secretos que la isla tenia para ocultar los tesoros saqueados en buques y aldeas construidas sobre las costas.

Aun hoy, sigue habiendo barcos hundidos a la espera de ser encontrados. El Balboa, el Spanish Anchor, el Oro Verde o el Doc Polsen, convertidos en artificiales arrecifes, están en lo profundo de las aguas oceánicas, convertidos en atracción para los turistas. Cada año, se celebra en las islas una costumbre que dejara el pasado, a fines del mes de octubre, una fiesta imperdible, la Semana del Pirata. Son 10 dias a pura diversión invadiendo las calles con disfraces, música, bailes, desfile y fuegos artificiales. Relatos llenos de fantasías de batallas y botines resignados en el Caribe, que inundan sus calles con fantásticas historias.

Nuestro recorrido de piratas, nos harán desembarcar en Sainte Marie, otra de sus islas. Que, alla por el 1670, con las riquezas del Caribe agotadas y atrapados por las historias del tráfico de esclavos que llegaban desde Africa, un gran número de aventureros y piratas se encaminan rumbo a Madagascar, donde se establece una colonia de cientos de piratas, que tuvo a los tan notorios como el capitán Kidd. Aún hoy en día, perdura esa atmósfera en el cementerio pirata, que es una visita obligada. Con lápidas desperdigadas, con el remate en forma de sombrero pirata, están esperando a los turistas con leyendas que se pierden en el tiempo.

Ya en el final de la recorrida y en territorio cubano. Arribamos a la Isla de la Juventud, que supo ser refugio de corsarios y bucaneros como Francis Drake, el Olonés, Henry Morgan y Pepe de Mallorquín.

Y nuevamente, nos enfrentamos con misterios del mar. Donde las leyendas de piratas, de botines fabulosos de oro y piedras preciosas, de tesoros perdidos listos para ser redescubiertos por modernas almas aventureras, se van diluyendo en el enigmático silencio del océano.

 

 






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