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Música y Laberintos.

Un entramado de calles medievales y centros de diversión nocturnos, cautiva en San Remo, sede del célebre Festival de la Canción.

Llegar al centro de San Remo, La Pigna, es entrar en un laberinto de calles angostas y sinuosas, dan ganas de dejarse perder paseando por ahí. Mundialmente famosa por su famoso Festival de la Canción, San Remo es además, un lugar mágico con casas antiguas pintadas de blanco y miran al Mediterráneo.

A solo un paso de Montecarlo y Cannes (Francia), quienes lleguen a esta ciudad que visitan ricos y famosos amantes del juego, gustaran dejarse perder en la maraña de pasadizos. Múltiples niveles que van hacia arriba y hacia abajo, dibujando túneles en sus callejuelas que pasan por arcadas medievales, puentes y balcones colgantes. Es tal la maraña que de La Pigna no existen planos precisos, un misterioso y fascinante laberinto que se construyo en la Edad Media para dar seguridad a sus habitantes frente al constante asedio de los bárbaros.

La Pigna, ni más ni menos, es el corazón de San Remo. No tiene hoteles y los autos deben quedarse en el límite de la ciudad nueva. Desde ahí, no queda más que continuar a pie hasta la Plaza Cassini para poder admirar la Puerta Santo Stefano, un arco gótico que es la puerta de La Pigna y que data de 1.321.

Al caminar por la calle Santo Stefano veremos como las viejas tiendas se asoman una tras otra. A medida que vamos descendiendo por ella llegamos al puerto. Marineros deambulando, cines condicionados, bares y cafés decrépitos cierto aire de bohemia y vista al mar. La vía Rivolte di San Sebastiano, cubierta de arcos esculpidos; al final de esta calle se llega a la Plaza del Oratorio de los Dolores. Hay una bella fuente y las Arcadas del Oratorio, pero imperdonable perderse el palacio de los nobles Gentile y Spínola, decorado con frescos de Tiziano.

Su calle principal es el corso Mateotti, desde donde llegamos rápidamente a la Plaza Colombo, punto neurálgico de la diversión, el lugar, esta plagado de discotecas, bares, heladerías, cines y tiendas de alta costura. Por las calles trasversales, día y noche una anónima multitud transita entre restaurantes de lujo y clubes privados.

Merodeando por la parte nueva de San Remo, por el Corso Imperatrice, percibiremos un aire de riqueza venida a menos, el lugar tuvo un tiempo que el preferido por los adinerados del mundo. San Remo, igualmente, sigue siendo una ciudad con estilo. Resulta mucho más divertida y animada que otras ciudades de veraneo de la costa mediterránea.

Esta distinción tiene origen en los finales de 1800, cuando se asentó en el lugar una importante colonia de rusos millonarios que escapaban del dominio de Maria Alexandrova, mujer del zar Alejandro II.

San Remo tiene todo: clima mediterráneo, buena comida, diversión y playas. Y, sobre todo, La Pigna, para disfrutar del encanto de sus callecitas medievales.

 






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