Una utopía de Sur a Norte de América. Países y tramos que se extienden por la entrecortada ruta de tierra y asfalto.
"La Ruta Panamericana" no es estrictamente una ruta, sino un sistema colectivo de carreteras de unos 30 mil km de largo y, que vincula casi todos los países del continente americano. Fue concebida en la “V Conferencia Internacional de los Estados Americanos” de 1923; y desde entonces, cada año, con las pausas y vaivenes lógicos de los sistemas políticos casi siempre convulsionados, se fue avanzando en esta realidad. Por ello hoy podemos imaginarnos un periplo que une la lejana y bella Bahía Lapataia (Ushuaia, Argentina) con el blanco paisaje de Prudhoe Bay, en Alaska.
No es una sola ruta que empiece en un punto y termine en otro, los sistemas carreteros están claramente señalizados para lograr este cometido, con la salvedad de tener que hacer un "salto" en el extremo norte de América del Sur. Allí, El Tapón de Darién impide conectar las carreteras para evitar un daño ecológico a esa selva montañosa.
Quien se anime a la aventura debe atravesar casi todos los países latinoamericanos en dirección sur-norte por rutas asfaltadas, algunas de ripio (mejores y peores), zonas áridas o pantanosas, y múltiples y coloridos paisajes. Desde la Argentina, se puede acceder a la Panamericana chilena por dos rutas. Desde Mendoza a Santiago, la capital chilena, donde tenemos el hito "km 0". Hacia el norte, la ruta bordea las localidades de Coquimbo, La Serena, Copiapó, Antofagasta, Iquique y Arica.
La otra alternativa es salir por la frontera con Bolivia; allí, la ruta 9 une Humahuaca y La Quiaca elevándose hasta los 3.000 metros. Por ambas rutas se llega a Monquegua, y bordeando el azul Pacífico se unen las principales ciudades peruanas como Lima y Trujillo, hasta el límite con Ecuador. Los caminos ecuatorianos, son sinuosos, angostos que zigzaguean por la cordillera de Los Andes. Para acceder a Quito es necesario ascender hasta los 5 mil metros de altura. Son tránsitos lentos pero la belleza del paisaje justifica las peripecias.
Cuando llegamos a la frontera colombiana la panamericana apunta hacia Cali, con una muy buena ruta. Pero para arribar a Panamá tenemos tres alternativas: una ruta pavimentada hasta Puerto Buenaventura, desde donde podemos embarcar hasta la ciudad de Panamá; o, desde Bogotá, por caminos pavimentados, a Cartagena, Barranquilla y Santa Marta (que no tiene tren, pero si, tranvía). Allí podemos embarcar y cruzar el Canal de Panamá. La tercera alternativa es dirigirnos hasta Caracas y, desde la capital de Venezuela, embarcar hacia el istmo.
La legendaria Ruta Panamericana une igual que una columna vertebral, a veces agreste, las capitales centroamericanas. Ya en México se puede transitar por diversas rutas, todas pavimentadas. El itinerario nos permitirá detenernos en ciudades inevitables como Chiapas, Oaxaca, Tamaulipas, Sonora y Chihuahua, por solo mencionar algunas. No es una mala elección, si elegimos cruzar por el golfo de California, y todavía en territorio mexicano, recorrer los estados de Baja California, esa lengua de tierra mojada por el océano. La entrada a Estados Unidos se hace por el desierto de Colorado y desde allí a la soleada California. Después Oregón y el estado de Washington desde donde accederemos hacia Canadá: primero la Columbia Británica y luego, ya cruzando por el Yukón. Apreciaremos en estos tramos la infraestructura de los servicios que nos parecerán excesivos y hasta ostentosos, tras haber transitado por el sur de América.
La Panamericana tiene, con todos estos meandros, un recorrido casi longitudinal que le otorga el mote de "costura de América"; al entrar en la Argentina esa costura se vuelve confusa cuando no caprichosa. Sólo una larga carretera une virtualmente el país siguiendo la línea de la cordillera, la mítica ruta 40 que con sus 4.700 kilómetros es la más larga de la Argentina (con tramos asfaltados y no pocos apenas "mejorados"). Une el extremo Sur de Santa Cruz hasta Abra Pampa, en Jujuy. Esta es una de las Panamericanas. Pero dadas las particularidades del suelo y de su gente, hay "otra panamericana": es la ruta 3, cuyos 3 mil kilómetros unen Ushuaia con la ciudad de Buenos Aires; la capital argentina, donde nace la ruta conocida como Panamericana que deviene en Ruta Nacional 9, y conduce a través de casi 2 mil kilómetros hasta el confín del país, en La Quiaca, en el límite con Bolivia.